Ubicada a unos 75 kilómetros de la costa de Oslo, capital de Noruega, nos sorprende una cárcel en una isla con 2,6 kilómetros cuadrados, que alberga a 115 delincuentes, entre ellos, los más peligrosos del país, declarados culpables de asesinatos, violaciones o tráfico de drogas. Se ha convertido en un centro ecológico y es representativa de la dedicación noruega por que las cárceles sean una forma de rehabilitar y reintegrar a los criminales en la sociedad.
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