Desde que el Capitán Cook exploró por primera vez estas islas en el siglo XVIII, se han convertido en la constante imagen de paraíso exótico y perfecto que cualquier amante de las playas desea visitar.
Si bien toda la Polinesia Francesa tiene la misma belleza exuberante natural y tiene muchos atractivos de su cultura y costumbres, cada isla es diferente y magnífica.
El viajero que va por primera vez seguramente recorrerá la isla de Tahití donde llegan los vuelos internacionales y donde está la ciudad capital : Papeete. Y luego de unos días cruzará a la isla de Moorea, «la hermana pequeña» como la llaman allí. Pero dependiendo del tiempo disponible del viaje la sugerencia es ver y conocer más islas, teniendo en cuenta que tres días en cada una de ellas será necesario para no sufrir en cada partida por lo que se deja sin disfrutar (aunque ésto se sufre igual, pero nos vamos con la idea de volver en otra oportunidad). Cualquiera puede asegurar que harán falta más de un viaje para sólo ver lo más destacado de las islas más turísticas.
Pero, si la opción de hacer tan largo viaje por ahora se presenta como única vez, un buen plan sugerido sería:
Si vas por una semana (7 noches en las islas), visitar Tahiti, Moorea y Bora Bora. Tahiti y Moorea están separadas por una distancia corta de un vuelo de avioneta de menos de 10 minutos, o un ferry que hace el trayecto en 40 minutos. A veces los turistas eligen hacer una visita a Moorea en el día, pero pienso que pasar una noche allí ya nos pone en el clima de la vida más tranquila y auténtica de las islas, al salir por más tiempo de la isla capital de Tahití. Luego nos esperan unos tres días para ir a Bora Bora a vivir todo el lujo de la belleza de esta icónica isla.
Si se disponen dos semanas ya podrá agregarse la isla de Huahine que está cerca de Bora Bora, más tranquila y salvaje que Bora Bora, y también ir hasta Rangiroa, un tipo de isla diferente porque es un atolón , es decir, una isla de tierras bajas, sin elevaciones, como un rosario de pequeñas porciones de vegetación y playas flotando en un inmenso mar turquesa pleno de corales .
Ahora bien, con un plan de 3 semanas ya podría agregarse Raiatea, cercana a Bora Bora y a Huahine, para luego llegar hasta el lejano y bello atolón Manihi que completará una visión casi completa de los diferentes paisajes de estos archipiélagos.
Poco a poco voy a ir describiendo sobre cada una de estas islas, y que cada quien las combine para armar el viaje ideal para diferentes estilos e intereses viajeros en este amplio destino turístico.
También la descripción y actividades de otras islas no tan visitadas, pero con el mismo atractivo paradisíaco que pueden lograr la variedad de viajes sucesivos a la Polinesia Francesa.
Ahora una breve reseña para hacernos a la idea:
Tahiti, isla con la mayor cantidad de población de toda la Polinesia, allí está su capital Papeete. Está rodeada por una carretera que brinda paisajes de picos y costas, es una isla volcánica y montañosa. Posee muchos hoteles lujososncon sus típicas cabañas sobre pilotes. También hay pensiones y casas de los tahitianos que rentan una habitación. Esta modalidad, que también se puede encontrar en las otras islas, nos sirve un poco para abaratar costos y otro poco para conocer la real cultura y costumbres de este cordial y simpático pueblo polinesio. En Papeete hay un lindo mercado de artesanías y pescado fresco para recorrer, y más en el interior de la isla hay cascadas y senderos que se usan con excursiones. También en la recorrida por alrededor de la isla se pueden ver el faro; el agujero soplador de Arahoho, donde el mar entra por un hueco entre las rocas, el museo del pintor Paul Gauguin, el jardín botánico y más.
Moorea : Tiene algunos pueblos sobre las costas y mucha vida marina para observar con el snorkel o el buceo. Se puede subir al monte Tohi’e’a para llevarse una de las vistas más maravillosas de las dos bahías y de la isla de Tahití. Además de los senderos para caminantes están las hermosas playas con opción de hacer paseos de canoas en que cada uno a su gusto y ritmo puede pasearse flotando sobre los arrecifes y a simple vista disfrutar de la cantidad de corales y peces en la laguna que forma la barrera de coral que rodea la isla.
Bora Bora : A 230 km de mar, unos 45 minutos de avión desde Papeete. Con un volcán extinguido como si fuera el corazón de esta isla de magníficos colores , tanto por la vegetación como por la laguna que la rodea de corales, éste suele ser el destino de lunamieleros privilegiados. Es el lugar de grandes y costosos resorts y spas, algunos accesibles sólo por barco . Tiene mucha belleza por donde se la mire, cada paso es una bella foto. Se practica mucho buceo y snorkel, en especial para ver los peces y ostras en el fantástico Lagoonarium
Rangiroa : es el atolón -islotes sin elevaciones- más grande de la Polinesia francesa. Según palabras de Cousteau, Rangiroa es un acuario natural, así que aquí hay que considerar toda actividad que tenga que ver con sus maravillosas aguas cristalinas y su diversidad marina: snorkel, buceo, bote con fondo de vidrio, kayaks, canoas…. y sol, muchísimo sol en sus playas.
Huahine: a 40 minutos de Tahití en avión, posee bosques exuberantes y naturaleza en su máximo esplendor. Allí se puede vivir la isla como los propios nativos del lugar. Posee un ritmo de vida muy tranquilo, como en la antigua Polinesia, sus escasos habitantes van a recibirte con total amabilidad y sincera alegría. Existen allí algunos lugares sagrados (maraes) para los polinesios, sitios arqueológicos y de antiguas ceremonias. El suelo de esta isla es tan fértil que se consiguen muy buenas cosechas de vainilla, melones, ananás y plátanos.
Raiatea : Su nombre significa «Paraíso lejano» en tahitiano. La expansión de los polinesios hacia Hawaii y hacia Nueva Zelanda comenzó en Raiatea. Es el lugar más sagrado de la zona, allí se encuentra el marae sagrado de Taputapuatea donde se realizaban ceremonias y celebraciones. El resto de la isla tiene muchas opciones de actividades acuáticas, paseos en veleros o cortos viajes para ver la isla Tahaa a tan sólo 8 km de distancia.
Manihi : Es el atolón más alejado de Tahití en este listado, pero es -por lo menos de mi parte- altamente recomendable para visitar. Con apenas 9 metros sobre el nivel del mar y 25 kilómetros cuadrados de superficie nos muestra la serenidad y encanto de la vida de la auténtica polinesia. Su ritmo es acompasado como los movimientos del agua de la laguna que se forma con la barrera de coral. Ideal para pasearse en bicicleta o en bote disfrutando de la calidez y simpatía de sus habitantes. Esta isla te atrapa y hechiza con sus maravillosas playas y agua cristalina llena de peces que se acercan sin la menos timidez. También en esta isla tenemos la oportunidad de hacer imperdibles excursiones para conocer las granjas de perlas negras . Manihi es el lugar perfecto para vivir la naturaleza a pleno, relajarse en su vida simple y dejarse llevar por el vaivén de una hamaca a la sombra de las palmeras.